Совершенно случайно нашла в Сети статью о выступлении Дэвида в Аргентине в 2005 году. Честно говоря, была не в курсе.
http://www.lanacion.com.ar/710902-grand … tereotipos
Перевод сделаю дома вечером.))))
Оригинал статьи на испанском:
Grande y sin estereotipos
Recital de David Garrett, violín, y Paula Peluso, piano. Programa: Brahms: Sonata Nº 1 para piano y violín en Sol mayor, Op. 78; Bach: Sonata Nº 1 para violín solo en sol menor, BWV 1001; Beethoven: Sonata Nº 10 para violín y piano en Sol mayor, Op. 96. Festivales Musicales. Teatro Avenida.
Los estereotipos de la música académica, según son aceptados en las tierras del Plata, indican ciertas formalidades, conductas y aspectos exteriores que David Garrett pareció venir a inquietar. Como viniendo de alguna prueba de casting para algún teleteatro, el violinista alemán de nombre inglés se asomó juvenil, con su cabellera rubia recogida, rematando en una colita y un prolijo mechón "descuidado" que le caía tenue sobre el rostro, vistiendo un negro total, con pantalones amplísimos y sin corbata. Por otra parte, una leve sonrisa, espontánea y carismática, completaba una imagen cabal de violinista de película romántica. Claro, lo que no es propio del cine es que el "actor" sea, en la vida real, un violinista verdadero y, además, admirable.
A lo largo de todo el concierto, Garrett, que sólo tiene veinticinco años, demostró una técnica instrumental asombrosa. Recorrió pasajes endiablados, tenues, danzables, polifónicos o de intenso lirismo sin que la más mínima desafinación viniera a deslucir un sonido envolvente, fluido, natural e intenso. De su Stradivarius "San Lorenzo" sólo brotaron maravillas. Con todo, en cuestiones de interpretación, algunas observaciones pueden ser realizadas.
Brahms escribió tres sonatas para piano y violín y el orden de los sustantivos en el título no responde al habitual "violín y piano" que puede implicar, en más de un sentido, violín con acompañamiento de piano. Paula Peluso, muy eficiente y confiable, tocó sin inconvenientes y con solvencia su parte, pero en un concreto segundo plano que, para estas obras, no parece lo más apropiado. La hondura, el dramatismo, los colores y el espesor denso y único de la música de Brahms requieren, en este repertorio, dos instrumentos en un mismo nivel de protagonismo. Por momentos, la sonata sonaba demasiado "agradable", calificativo que, en realidad, no debería ser asociado con esta música. Si bien Garrett denotó un conocimiento amplio de la partitura, hubiera sido interesante verlo un poco más acorralado y presionado por el piano para ver cómo resolvían juntos una situación que, en definitiva, hubiera sido mucho más brahmsiana.
En soledad, Garrett continuó luego con la primera sonata para violín solo de Bach, con una lectura alejada de las distintas escuelas historicistas, con intensidades por momentos románticas y, como siempre, con una afinación escandalosamente perfecta. Su interpretación de la fuga, el segundo movimiento, fue decididamente notable, con sujetos y contrasujetos destacados como si de una verdadera orquesta de varios instrumentos su violín se tratara.
En la segunda parte, Garrett y Peluso tocaron la última de las sonatas para violín y piano de Beethoven. Si bien ambos músicos parecieron compartir una misma visión interpretativa, la tapa casi cerrada del piano y una actitud un tanto timorata de Peluso le restó algo de la consistencia que la obra debería haber tenido. Cuando el violín tocaba suavemente para darle al piano la primacía que la partitura indica, el sonido general decaía y no terminaba de aparecer con autoridad aquello que debería haber estado en un indudable primer plano.
Luego de los aplausos, Garrett, en inglés, anunció que iba a extender las tres "B" del programa hacia una cuarta y tocó, junto a Paula Peluso, "La ronda de los duendes", de Antonio Bazzini. Alejada de la seriedad, la severidad y la "alemanidad" de Bach, Beethoven y Brahms, la pieza de Bazzini es una típica obra de virtuosismo paganiniano. Con una facilidad increíble, Garrett, ahora sí con una Peluso en un irreprochable, conveniente y correctísimo segundo plano, no sólo que asombró con una ejecución extraordinaria e impactante, sino que, además, le agregó pequeñas sonrisas, algún gesto mínimo y miradas furtivas hacia la platea. La ovación fue, como correspondía, atronadora. Con su violín, ciertamente prodigioso, y sus otras y legítimas artes de la comunicación, Garrett conquistó merecidamente a un público que, en parte, lo aplaudió de pie. .
Pablo Kohan